Con la inflación de EE UU en el 5,4%, su nivel más alto en 13 años y el bono a 10 años al filo del 1,6%, la Reserva Federal se reúne esta semana, una cita de la que se esperan grandes novedades en materia de compra de activos. Tras meses especulando con la reducción del programa de adquisición de deuda, el miércoles todas las miradas estarán puestas en el banco central de EE UU. El consenso del mercado prevé que el Comité de Mercado Abierto (FOMC por sus siglas en inglés) apruebe un tapering a razón de 15.000 millones de dólares mensuales. La Fed pasaría de comprar activos por valor 120.000 millones de dólares al mes a hacerse con 105.000 millones.
Una medida que empezaría a implementar ya este mismo mes, sin esperar a diciembre y que coincide con un momento de euforia bursátil. Este lunes, los tres principales índices de Wall Street estrenaron noviembre revalidando nuevos máximos históricos después de cerrar octubre como el mejor mes del año. Así, el Nasdaq avanzó notable 0,63% hasta 15.595,92 puntos. Por su parte, el Dow Jones subió un 0,26 y el S&P 500 experimentó un alza del 0,18%, animados por el optimismo gracias a los buenos resultados trimestrales de las empresas.
Tiffany Wilding, economista para EE UU de PIMCO subraya la importancia de este paso, el primero que da Fed para cumplir con la promesa anunciada en la reunión de septiembre, cuando Powell afirmó que su intención es poner fin al programa de compras a mediados del próximo año. A diferencia de lo sucedido en la era Bernanke, cuando el anuncio del tapering provocó una convulsión en los mercados, esta vez la Fed ha aprendido de los errores del pasado y ha gestionado con mucho cuidado los mensajes. “No esperamos grandes reacciones por parte de los mercados, siempre que se cumpla el guion previsto, aunque normalmente las reuniones del FOMC suelen conllevar un incremento de la volatilidad en las Bolsas”, apuntan en Link Securities.
Descartas sorpresas en lo que a la adquisición de activos se refiere, uno de los puntos que más tensión está generando en el mercado es la hipotética subida de tipos para poner coto al alza de la inflación. Los mensajes tranquilizadores lanzados por parte de los bancos centrales, que aseguran que la subida de los precios, aunque persistente es algo transitorio, no han servido para calmar las tensiones. La crisis energética y los problemas en las cadenas de suministro han exacerbado la escalada de precios y la expectativa de alzas de tipos, desatando la corrección en la renta fija y la renta variable.
Los inversores han empezado a poner en precio la subida de tipos, algo que ya ha hecho el Banco de Noruega y que esta semana podría replicar el Banco de Inglaterra. Ahora está por ver si Powell da nuevas pistas. Según las proyecciones realizadas por los miembros de la Fed, ya en septiembre la mitad de ellos apuntaba a un alza de tipos en 2022, un año antes a lo inicialmente previsto.
En las últimas jornadas, los operadores se han vuelto más agresivos y esperan dos incrementos de tipos el próximo año. Powell se enfrenta al reto de convencer a unos inversores, que van a poner a prueba la capacidad de encajar la inflación sin acelerar las alzas de tipos. La semana pasada, ya pusieron en precio en 2022 la primera subida en 11 años en la eurozona, desoyendo los mensajes lanzados por el BCE.
Desde PIMCO señalan que, a pesar de la volatilidad, su escenario base pasa por una inflación que vuelve a estar en el objetivo (2%) a finales de 2022 y en el que la primera subida de tipos de la Fed se producirá en 2023. Pero esta previsión es frágil. Aunque a finales de 2022 los precios se moderarán, en el tercer trimestre las tensiones seguirán siendo elevadas como consecuencia de las interrupciones de la cadena de suministro en China.
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