Según los últimos datos recopilados por la Agencia Tributaria, los ingresos tributarios entre enero y julio de 2021 sumaban 123.395 millones, un 3,14% más que en el mismo periodo de 2019. El incremento, en todo caso, resulta desigual entre las distintas figuras tributarias, ilustrando las debilidades de la recuperación iniciada. “El aumento se concentra fundamentalmente en los impuestos ligados a las rentas (IRPF e Impuesto sobre Sociedades), mientras que los ligados al gasto (IVA e Impuestos Especiales) están todavía por debajo de las cifras registradas en 2019”, explica la Agencia Tributaria. Así, de una parte, los impuestos directos han arrojado un 9,94% más de ingresos que en los siete primeros meses de 2019, si bien la imposición indirecta, ligada directamente al consumo, sigue todavía un 3,03% por debajo de los umbrales prepandémicos.
El avance, sustentado en un alza del 1,8% en los ingresos brutos y una caída del 2,9% en las devoluciones con respecto a los registros de hace dos años, es, con todo, un hito incontestable. Incluso en términos homogéneos, una vez eliminados posibles efectos del calendario, el aumento respecto a los siete primeros meses de 2019 es del 2,1%.
Por impuestos, destaca el alza del 7,9% en la recaudación de IRPF (del 6,1% en términos homogéneos), hasta los 58.900 millones, frente a un periodo de 2019 en el que el fisco matiza que “hubo unas devoluciones muy elevadas por la sentencia relativa a las prestaciones de maternidad”. “El crecimiento de las retenciones del sector privado se explica, fundamentalmente, por la mejora del empleo, pero también por los drásticos cambios de la estructura sectorial”, explica Hacienda, que apunta que en un primer momento el superior impacto de la pandemia en sectores con niveles salariales y tipos efectivos inferiores a la media moderó el impacto de la crisis en la evolución de la recaudación.
Ese efecto, sumado a la progresiva recuperación de dichas actividades, “permite explicar también por qué las retenciones del sector privado son superiores a las de 2019, cuando aún no se han recuperado ni el nivel de actividad ni de empleo ni la masa salarial que se tenían entonces”, reconoce el fisco. En esta misma línea se ha producido un incremento del 57,75% en la recaudación del impuesto de Sociedades frente a 2019, hasta los 3.748 millones. La Agencia Tributaria agrega que en este caso pesa también la “favorable evolución de los pagos fraccionados”, que se elevan un 22,4% más que en 2019, si bien el grueso del impacto corresponde a la recaudación generada por la fusión de CaixaBank y Bankia, sin la cual el avance en este terreno sería solo del 3,4%.
En los impuestos directos destaca también el alza del 399% en los de corte medioambiental (a 927 millones). La cosa cambia en los tributos indirectos. La recaudación de IVA de los siete primeros meses del año es un 2,4% inferior a la de 2019 (sumando 44.570 millones). Si bien en términos homogéneos la rebaja se atenúa al 1,6%, el dato revela que el consumo sigue por debajo de los niveles precrisis. Este efecto se acentúa en los Impuestos Especiales, que dejan 11.146 millones, un 8,4% menos que en 2019, con retrocesos del 22% en alcohol, del 10% en cerveza, otro tanto en gasolinas, del 11,8% en gasóleo de automoción, y del 1,9% en tabacos.
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