El BCE ha anunciado hoy su estrategia de compra de activos para 2022, un primer paso en la retirada gradual de los estímulos monetarios lanzados con la crisis y en la que la subida de tipos queda aún muy lejos. La institución asegura que se dan las condiciones para rebajar las adquisiciones de deuda pero que es necesario conservar la flexibilidad mantenida hasta ahora y la opcionalidad de su política monetaria. El objetivo es ir rebajando la intensidad de los estímulos en un entorno de fuertes subidas de precios y crecimiento económico, pero sin perder de vista la persistente amenaza de la pandemia. Y sin socavar ni mucho menos la estabilidad financiera lograda con la batería de compras de deuda lanzada en marzo de 2020.
“Ante la actual incertidumbre, el Consejo de Gobierno del BCE necesita mantener la flexibilidad y la opcionalidad en el desarrollo de su política monetaria”, señala el comunicado difundido tras la reunión de hoy. Christine Lagarde, la presidenta de la institución, ha reiterado además que es improbable que el BCE eleve tipos el próximo año.
Las compras se irán reduciendo ya desde el inicio de 2022 y, aunque en menor medida, se extenderán a lo largo del año para dar estabilidad a la economía de la zona euro y al mercado financiero. Así, el BCE ha anunciado que las adquisiciones de su plan extraordinario antipandemia (PEPP) ya se reducirán respecto al trimestre anterior y ha confirmado el final de este programa en marzo de 2022. Para evitar tensiones financieras, reforzará su programa de compra de activos previo, vigente desde 2015, conocido como APP por sus siglas en inglés. Lo elevará de 20.000 a 40.000 millones de euros al mes durante el segundo trimestre y a 30.000 en el tercer trimestre. A partir de octubre, volverá al nivel actual de 20.000 millones de euros al mes durante el tiempo que fuera necesario. «El Consejo de Gobierno espera que las compras netas de activos finalicen poco antes de que comiencen las subidas de tipos de referencia», apunta el comunicado.
Además, el BCE ha anunciado que se prolongará la reinversión de los vencimientos de la deuda del programa PEPP hasta al menos finales de 2024, un año más de lo previsto hasta ahora, lo que dará opción a seguir comprando deuda soberana griega y a seguir manteniendo un mayor margen a la hora de adquirir deuda española o italiana, las más sensibles a las tensiones del mercado financiero. «La pandemia ha mostrado que, en condiciones de estrés, la flexibilidad en el diseño y en la realización de las compras de activos ha contribuido a contrarrestar las dificultades en la transmisión de la política monetaria», señala el comunicado.
En definitiva, si el BCE ha adquirido hasta ahora alrededor de 90.000 millones de euros en activos (cerca de 70.000 millones del PEPP más 20.000 millones del APP), a partir de abril esa cuantía se verá recortada a menos de la mitad, a lo que se añadirá el efecto de la reinversión de los vencimientos del plan antipandemia. El objetivo de la institución es que, una vez concluido ese programa, no surjan turbulencias financieras en la zona euro ni se tensionen las primas de riesgo de los países más vulnerables, ante lo que extenderá sus compras de activos, aunque con menor intensidad. El anuncio aun así no ha evitado el tensionamiento de la deuda soberana europea, con alzas de rentabilidades en los bonos españoles, italianos y franceses.
El BCE ha afrontado en esta reunión de diciembre el difícil dilema de ir endureciendo su política monetaria con el planteamiento de una reducción gradual de las compras mientras se aviva la inquietud por el impacto económico que puede llegar a tener la variante ómicron del coronavirus y la nueva oleada de contagios que recorre la zona euro. Y ya abordaba la cita bajo la presión de unos precios desbordados, con tasas de inflación que no se recordaban en décadas y que apuntaban por tanto a la necesidad de reducir estímulos monetarios.
El gran fantasma para la zona euro es la estanflación, una situación económica de precios al alza y débil crecimiento económico. La presidenta del BCE Christine Lagarde ha vuelto a insistir en que la inflación decaerá a lo largo de 2022, a medida que se estabilice el precio de la energía y se vayan resolviendo los problemas de suministro, y en que, pese a todo, la situación de la economía de la zona euro es sólida. Aun así, la previsión de inflación para 2022 ha dado un salto desde el 1,7% de septiembre al 3,2% anunciado hoy. Lagarde ha reconocido además que existe el riesgo de una revisión al alza de las perspectivas de inflación, si bien por el momento no se detectan efectos de segunda ronda como un alza en los salarios.
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