Al menos, así lo cree el consenso de analistas, que, en la última encuesta que ha llevado a cabo Bloomberg, previa a la reunión de este jueves, han dejado claro que no esperan que el organismo mueva ficha en los tipos de interés, como mínimo, hasta el año 2024. Las proyecciones de la encuesta llegan hasta diciembre de 2023 y no hay señales de normalización a la vista hasta esa fecha, a ojos de los expertos, ni siquiera en el tipo de facilidad de depósito, el que se presupone deberían tocar primero, antes de ponerse manos a la obra con el tipo de referencia.
Es más, para entonces, el BCE ni siquiera habrá desmantelado los programas de compras de deuda. El de emergencia por la pandemia, el PEPP, debería acabar en marzo de 2022, según los encuestados, dentro de la hoja de ruta que se ha marcado el BCE; sin embargo, el APP, el último QE que dejó Mario Draghi en herencia a su sucesora Christine Lagarde, continuará vigente en diciembre de 2023, según los analistas, a un ritmo de 10.600 millones de euros todos los meses.
Los analistas esperan que parte de las compras del PEPP se traslade al APP durante todo el año 2022, pero ya para enero de 2023 espera que las compras sean menores de 20.000 millones de euros todos los meses. En esta reunión, sin embargo, los mercados estarán pendientes de una palabra mágica: transitoria. El BCE insiste en que la inflación que estamos viendo ahora debería remitir, y lo ha repetido hasta la saciedad; sin embargo, la Fed también lo hizo y ahora ha empezado a reconocer que podría no serlo tanto, por lo que existe la posibilidad de que el BCE siga sus pasos.
De hecho, este jueves toca actualizar el cuadro de previsiones macroeconómicas de la entidad, y los analistas dan por hecho que las va a incrementar sus previsiones de IPC para 2021, 2022 y 2023. Para el PIB creen que la estimación de cara a 2021 se mantendrá sin cambios, pero que recortarán la de 2022, y aumentarán la de 2023.
En Estados Unidos, la Reserva Federal arranca este martes su última reunión de política monetaria del año. En un cambio de guion ya anticipado por su presidente, Jerome Powell, el Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) cerrará 2021 acelerando la retirada de los estímulos ante la acuciante inflación.
Está previsto que, al cierre de la comitiva, los responsables de mantener la estabilidad de los precios y asegurar el pleno empleo, dupliquen el ritmo en la reducción de las compras de activos, un proceso conocido como tapering. A comienzos de noviembre, el FOMC anunció e inició un recorte de 15.000 millones de dólares al mes (10.000 millones de dólares en bonos del Tesoro y 5.000 millones de dólares en activos respaldados por hipotecas) a implementar hasta el mes en curso.
De esta forma, la Fed dejó la puerta abierta a alterar el ritmo de su retirada basándose en la evolución de las presiones en los precios. La semana pasada conocimos como el IPC acumuló en noviembre una subida interanual del 6,8% mientras que su tasa subyacente sube ya un 4,9%, sobrepasando la meta media del 2% del banco central y tocando máximos en casi 40 años.
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