La quinta ola de la pandemia provocada por la variante delta del coronavirus está teniendo un impacto en la economía de la zona euro menor del que podría temerse, hasta el punto de que el Banco Central Europeo (BCE) podría elevar el 9 de septiembre sus previsiones de crecimiento para la unión monetaria respecto a las que publicó a principios de junio (4,6% este año, un 4,7% el próximo y un 2,1% en 2023). «Todos los indicadores adelantados del tercer y el cuarto trimestre son positivos», ha justificado este miércoles su vicepresidente, Luis de Guindos.
En unas jornadas organizadas por el ‘Diario de Navarra’ en las que ha participado presencialmente, el exministro de Economía ha destacado en particular que los últimos datos de actividad de los sectores de servicios y manufacturas «siguen siendo fuertes» pese a haber registrado una «desaceleración marginal» respecto al mes anterior. «Dentro de unos días, presentaremos las proyecciones. Lo que ha ocurrido en el pasado cada vez que hemos ido actualizándolas es que ha sido siempre para mejor y puede que esto vuelva a ocurrir en las próximas semanas», ha mantenido.
Guindos se ha mostrado esperanzado en que el nivel de PIB del cierre del 2019 se pueda alcanzar a finales de este año, aunque ha admitido que también podría producirse a principios del próximo. Se trata también de una muestra del mayor optimismo del BCE respecto a la recuperación. En junio, su presidenta, Christine Lagarde, consideró «probable» que sucediera en el primer trimestre de 2022, que ya era un trimestre antes de lo que la autoridad monetaria había calculado en sus proyecciones de marzo (las actualiza trimestralmente).
El número dos de la institución, en cambio, ha mantenido su mensaje de que la inflación de la eurozona subirá desde el actual 2,2% interanual a niveles de en torno al 3% a final de año por factores coyunturales ligados a los precios de la energía y al efecto comparativo con respecto a la recesión del año pasado, para registrar una «desaceleración importante» el año que viene. En esta línea, ha vuelto a reclamar que no se revisen componentes como los salarios y las pensiones conforme a esta inflación transitoriamente elevada, porque «sino ese incremento temporal se haría más estructural y haría la labor de la política económica más difícil».
Para defenderlo, ha advertido que el empleo todavía no se ha recuperado plenamente y lo hará con retraso respecto al PIB. El número de ocupados de la zona euro, ha señalado, sigue estando un 2% por debajo del que había al cierre de 2019, pero se trata de una «señal distorsionada» debido a los ertes. «Es mejor mirar la evolución de las horas trabajadas, donde hay una caída de más del 6%. Se está recuperando, cada vez hay menos trabajadores en erte y más creación de empleo. Pero existe capacidad de horas trabajadas que todavía no se ha recuperado. Espero que el nivel previo a la pandemia se recupere con un poquito de retraso respecto a la recuperación del nivel de renta», ha advertido.
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