Ir de compras cualquier domingo será posible durante casi la mitad del año en toda Barcelona a partir de 2022. La ciudad ha alcanzado un acuerdo sectorial histórico que permitirá que cualquiera de sus comercios pueda abrir los domingos y festivos entre el 1 de mayo y el 30 de septiembre entre las 12.00 y las 20.00 horas. La implantación no llegará a tiempo este verano porque el ayuntamiento debe aprobarlo en el pleno de final de junio y posteriormente el Govern debe darle luz verde.
El pacto unifica la posición de los 46 ejes comerciales de la ciudad y pone fin a las diferencias sobre la liberalización que mantenía en disputa a la patronal que representaba a los barrios (Barcelona Comerç) y la que surgió para representar los intereses del centro y las zonas turísticas (Barcelona Oberta). Con el acuerdo, a iniciativa de ambas entidades y con el beneplácito municipal, se quiere tener más herramientas para reimpulsar la actividad, crear unos 3.200 puestos de trabajo al establecer jornadas completas, e incrementar un 13% la actividad comercial, según ha afirmado el primer teniente de alcalde de Promoción Económica, Jaume Collboni.
El consenso quiere acabar también con la confusión que ha acompañado al frágil acuerdo de 2016 que permitía la apertura (durante ese periodo) cinco domingos, en zonas turísticas y en el caso de otros ejes solo para tiendas de menos de 150 metros cuadrados. Ni el propio sector ni mucho menos los visitantes o los propios residentes eran capaces de saber de antemano qué domingos se podía hacer ‘shopping’ en la capital catalana, ha enfatizado Salva Vendrell, presidente de Barcelona Comerç. Este colectivo antaño se opuso a la liberalización al considerar que el centro de la ciudad concentraría compras que perjudicarían el resto de la semana a las zonas más periféricas. Pero la realidad de la pandemia ha constatado que el enemigo no es el propio territorio, sino el comercio digital, que funciona las 24 horas los siete días de la semana, han reconocido todos.
Las prisas por dar un paso adelante están marcadas también por la crisis sanitaria, que deja al comercio local tocado y con muchos cierres y necesidad de reactivación. Pero hay un elemento más que ha obligado a pisar el acelerador, y es que la ley catalana de comercio fijaba cuatro años para establecer un marco normativo territorial (caduca el próximo 3 de agosto) propio, ya que en caso contrario se impondría la regulación estatal que desde 2012 posibilita la libre apertura en cualquier municipio turístico salvo que estos mismos la acoten.
Desde ese año, Barcelona ha mantenido abierto el debate entre las posiciones más proteccionistas al comercio de barrio y las más liberales. En 2014 hubo un primer acuerdo con un horario muy restringido y que tuvo una mala acogida, mientras que dos años después se optó por los citados cinco domingos, que han tenido poco eco en términos de afluencia y negocio ante la dificultad de informar puntualmente a los viajeros o compradores, ha resumido la concejala de Comercio, Montserrat Ballarín.
La pugna contraponía estos años los intereses del comercio de barrio –partidario del descanso dominical y contrario a que los barceloneses pudieran ir cualquier domingo de tiendas al centro– y los de los ejes más turísticos, deseosos de aprovechar el filón de los viajeros con ganas de gastar. Pero la irrupción del coronavirus ha disparado el hábito de la compra online y puesto de manifiesto que ambas patronales deben remar juntas.
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